Érase una vez una fría noche del mes de enero en un polígono químico. Juan, el vigilante en la entrada, tenía como única compañía al periodista que sonaba de fondo por la radio. Él miraba su reloj, anhelando que acabara su jornada para ir de inmediato a su casa, quería abrir los regalos de Reyes junto con sus hijos, a los que había acostado antes de empezar su turno.

Aquella noche solamente trabajaba el personal de retén de la fábrica, por lo que Juan, en principio, no tenía que controlar ningún acceso. O eso pensaba él…

De golpe, en las inmediaciones del polígono, aparecieron tres extrañas personas, montadas en un transporte nada convencional, cargados de paquetes. Extrañados por no encontrar las señas de su destino decidieron parar y mirar el mapa.

– ¿Estás seguro que vamos bien por aquí Gaspar?

– Sí, Melchor, ¿No ves a lo lejos un montón de luces? Debería ser el polígono químico.

Melchor alzó la vista, y observó las lucecitas que se veían a distancia. Mientras, Baltasar bajó de su camello a darle un poco de agua y curarle la pata.

– Puede que tengas razón Gaspar, en las viviendas no hay tantas luces ni con esa potencia.

Melchor miraba el mapa y no coincidía lo que allí ponía con lo que veía, y dijo a los demás:

– Llevamos buen rato viendo las luces, creo que a cada rotonda de estas nos alejamos.

Baltasar cogió las riendas del convoy, y siguiendo el mapa, fueron rumbo al polígono químico.

– ¡Chicos, ya hemos llegado! Vaya, han puesto una barrera y una caseta.

Melchor bajó de su camello, se colocó la corona y con un gesto majestuoso dando un giro con su capa, se dirigió a la caseta en la que se encontraba Juan.

– Buenas noches Juan. Vengo con unos amigos a hacer una entrega a esta fábrica, ¿serías tan amable de abrirnos la puerta?

Juan, que estaba leyendo en ese momento una revista, alzó la mirada y vio delante de él un hombre. Así que, siguiendo con el protocolo de entrada a la fábrica le pidió que se identificara, abrió la ventanilla y…

– Eh, un momento, ¿Qué hace disfrazado de rey mago? ¿Quienes son ustedes?

– Somos Melchor, Gaspar y Baltasar. Nosotros no tenemos DNIs, venimos desde Oriente con nuestros camellos a hacer la entrega anual de regalos.

– ¿Cómo?, ¿Me está tomando el pelo?

– No te entiendo Juan. Te repito que somos Melchor, Gaspar y Baltasar y que venimos a entregar los regalos a los operarios del turno de noche.

Salió de su caseta y se quedó perplejo al comprobar que efectivamente, los Reyes Magos querían acceder a la fábrica. Se echó las manos a la cabeza y pensó. “Oh, ¡qué honor!, ¡no puedo creer lo que estoy viendo!”- Volvió hacia la caseta y cerró la puerta con doble vuelta de llave. Se sentó, y mirando fijamente por la ventanilla, cogió el teléfono y llamó a la responsable de seguridad que estaba en su oficina de retén.

– Buenas noches Susana ¿Cómo va la noche?

– Tranquila. Me acabo de tomar un café con roscón de reyes, ¿Qué tal van las cosas fuera?

– Escucha, hablando del roscón de reyes….Resulta que hay aquí tres señores en camello que dicen ser los Reyes Magos.

– ¿Juan estás bien?, ¿no lo habrás soñado y ahora piensas que es de verdad?

El despacho de Susana estaba cerca de la entrada, así que abrió la ventana y observó para ver si lo que le decía Juan era verdad.

– Juan, ¡Es verdad! les acabo de ver, no será…

Susana se llevó las manos a la cabeza y le dijo a Juan: «La semana pasada me contactó una empresa extranjera, creo que de Oriente, para informarme que venían tres personas a repartir un material el 5 de enero. Les dí de alta en la aplicación de Coordinación de Actividades Empresariales bajo el servicio “empresas extranjeras” y el contrato “reparto regalos de los Reyes Magos” para que tuvieran acceso a nuestra información, ya sabes… plan de emergencias, normas básicas de acceso… y que dieran de alta a sus trabajadores para que adjuntaran la documentación solicitada. Esta mañana he revisado su evaluación de riesgos en inglés, genérica y estaba correcta… aunque queda un trabajador a darse de alta. Les he enviado un e-mail, déjame comprobar a ver si me han contestado…

– Juan ahora te llamo, voy a revisar la documentación

– ¿Falta mucho?- preguntó Melchor- No podemos estar toda la noche esperando, esto no nos ha pasado en ningún sitio antes. ¡Tenemos que entregar muchos regalos aún!”

En ese momento, el teléfono sonó “Documentación OK, diles que esperen un poquito que voy a acompañarles en el reparto de regalos. Ya sabes, Juan,  tengo que explicarles el procedimiento de actuación en caso de emergencia del polígono y los riesgos específicos derivados de la producción, y tendrán que hacer el test de acceso como todo personal de nueva incorporación. Mientras hacen el test contactaré con el personal de retén en el almacén de fábrica. Lo mejor sería los compañeros del almacén se ocupen de realizar la entrega de regalos en las áreas productivas, en su lugar, y ellos conmigo en el área de oficinas. …”- Dijo Susana

Los Reyes Magos, fueron hacia sus camellos, y se pusieron frente al control de acceso, esperando a Susana.

– Hola Susana. Casi no te reconocía con el casco, la cazadora reflectante y esos zapatos…ahí te caben más regalos que en los botines de tacón que has dejado en la ventana.”

– Buenas noches Reyes Magos, qué honor, siento la espera. Acompañadme, os tengo que informar de unas cosillas previo a que realicéis el reparto de regalos.  Rellenad estos formularios.

Melchor, se dirigió a Susana esbozando una sonrisa, se acercó a ella y susurrándole en el oído le dijo: «Ni los Reyes Magos se salvan de la Coordinación de Actividades Empresariales